Mi biografía literaria
comienza con los cuentos que mi abuelo me hacía vivir. Daba igual
que fuera agosto e hiciera un calor insoportable, pero si el cuento
traía una tormenta, allá que nos cubríamos con la colcha de la
cama y recorríamos media casa corriendo bajo ella para buscar
refugio de la lluvia imaginaria que, imaginariamente nos empapaba.
Creo que fue en esos momentos cuando comencé a descubrir la magia
que puedes encontrar en los libros: «El
que no inventa no vive»,
como dijo una grande en esto de las letras. Así fue como,
desde muy pequeña me acostumbré a vivir las lecturas y, al mismo
tiempo me convertí en una exigente escuchadora de historias. Menos
mal que continuaron alimentando mi imaginación con muchos más
cuentos e historias, porque así fue como acabé cargando con El
Quijote, eso sí, en cómic, pero ¡6 tomos de tapa dura! Todavía
lo conservo y él conserva los estragos de mis visitas porque, los
dibujos me gustaron primero.
En cuanto aprendí a
juntar las letras fui yo quien se convirtió en lectora y, con los
sabios consejos de quien sabe muy bien lo que se hacía, empecé a
leer para los demás. Comencé buscando entre los libros que había
en casa, descubriendo la Colección Teatro y la Biblioteca Joyas
literarias y sin saberlo, intimé con Álvarez Quintero, Alfonso
Paso, Torcuato Luca de Tena, Pedro Muñoz Molina, Jacinto Benavente,
Pedro Muñoz Seca... Poco a poco cambié los lugares en los que
nutrirme de libros y así fue como descubrí a Terenci Moix, Conan
Doyle, Poe, Cela, Vargas Llosa, Kafka, Gala, Rosa Montero, Rosa
Regàs, Zoé Valdés, Juan Marsé, García Márquez, Ana María
Matute... y todos aquellos libros que veía leer a los de mi
alrededor.
Siempre he intentado
compaginar de la mejor manera mis lecturas académicas de las
lúdicas, lo que es harto complicado. Siempre he recurrido y lo sigo
haciendo, al «montón
para el verano», aunque cada vez
es más complicado porque el verano ya no es tan ocioso ni eterno.
Muchas de las lecturas académicas me han permitido conocer a Lorca,
Miguel Hernández, Rubén Darío, Neruda... que me han llevado a
otros como Benedetti, José Parra, Lezama Lima, Allende, Carmen
Laforet... Difuminándose la frontera entre algunas lecturas lúdicas
y académicas.
La etapa del
descubrimiento de las propias raíces me llevaron a la literatura
catalana, Curial, Tirant, Eugeni D'Ors, Josep Pla,
Víctor Català, Espriu, Fuster, Gimferrer, Guimerà... La etapa
best seller la sigo manteniendo porque me divierte mucho. El
descubrimiento de la literatura eslava está en proceso y, de momento
nos estamos llevando muy bien los Bohumil Hrabal, Jaroslav Hašek,
Klíma, Jan Neruda, Vernich, con los que he descubierto que tengo un
sentido del humor muy … compartido.
Yo también guardo con mucho cuidado mis cómics y mis libros de cuando era niño, para mí valen miles de euros ;-)
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