Ready Teacher One
Alicante, 22 de mayo de 2030.
Para variar, me he despertado diez minutos antes de que sonara la alarma.
Si no fuera porque el ordenador tiene personalizada mi hora de levantarme y la
programa a diario sin que yo se lo ordene, seguramente ni la pondría. Sin
embargo, eso ya no es una decisión mía. Ni mía ni de nadie. Desde hace cinco
años los ordenadores controlan todos y cada uno de los momentos de nuestra vida
cotidiana, desde que nos levantamos hasta que nos vamos a dormir. No es que
Skynet tomara conciencia de sí mismo y decidiera que resultaba más productivo
controlarnos en vez de destruirnos. Lo que ocurrió es que simplemente los que
mandan en este mundo de locos nos convencieron que era mejor que nuestras vidas
serían mejores si las controlaba un programa de ordenador. Nos convencieron… o,
mejor dicho, nos dejamos convencer por simple inercia y un cierto grado de apatía.
Estamos tan acostumbrados a no quejarnos ni cuestionarnos las cosas que ya nos
venden sin problemas cualquier idea que se les pase por la cabeza.
En
media hora ya me he dado una ducha y me he vestido. Un café humeante y bien
cargado me está esperando en la cocina junto con unas tostadas con mantequilla.
Justo en lo que he pensado nada más levantarme. Oasis ha hecho el resto.
Oasis es el programa. No un programa más sino “el programa”. No es
que no existan más, sino que todos los demás programas están conectados a él. Sus
creadores sacaron el nombre de un libro de ciencia ficción de hace casi treinta
años, Ready player One, de Ernest
Cline. Tuvo bastante éxito e incluso hicieron una película de él. El futuro que
describe no es como el nuestro… pero tampoco se aleja demasiado. En él la gente se evade de la realidad que le
rodea por medio de un programa de realidad virtual desde que hace prácticamente
de todo: trabajar, comprar, ver la tele, relacionarse… vamos, prácticamente
como ahora. Yo por ejemplo todavía salgo de casa para comprar las cosas que me
hacen falta. Pero claro, es que yo soy de la vieja escuela. Hoy en día es casi imposible ver a alguien de menos
de cuarenta años por la calle. Los que está por debajo de esa edad se pasan el
tiempo conectados a Oasis y todo lo
que necesitan se lo llevan a casa.
El ordenador ya está encendido en cuanto entro
al despacho. El icono de Oasis (una gran O
de color dorado de la que brota la silueta de una palmera) está parpadeando en
la pantalla, esperando a que me siente y me coloque mi casco de realidad
virtual y los guantes. En cuanto lo hago, la pantalla que tengo en el casco se
difumina y Oasis me lanza su habitual mensaje de bienvenida. A continuación aparecen los iconos con las
distintas tareas que tengo programadas para hoy. Con los guantes toco
virtualmente en el icono del instituto en el que trabajo como profesor e
inmediatamente aparezco en el aula que tengo designada. Algunos alumnos ya han
hecho acto de presencia virtual, puesto que sus avatares se encuentran sentados
en sus pupitres. Poco a poco va llegando el resto. A la hora en punto aparece
un nuevo mensaje en mi pantalla indicándome que ya puedo empezar.
Mi voz suena
clara por el altavoz del casco:
“En la clase de ayer acabamos
leyendo un fragmento de ‘San Manuel Bueno,
mártir’, de Miguel de Unamuno…”
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