martes, 24 de mayo de 2016

La Educación en 2030

            Suena el despertador y salto de la cama, justo a tiempo para ver cómo se abren paso entre las montañas los últimos rayos de sol que quedaban por despuntar. Me paro ante el ventanal y me deleito con el magnífico espectáculo. Sin perder la sonrisa que acompaña mi rostro en este momento, pongo mi canción de los lunes que me imprime aún más energía si cabe y salgo directa a la ducha. Hoy no puedo perder mucho tiempo porque quiero estar en el instituto temprano. ¡Es el último día de clase! El primer y último día de clase son los más intensos, desde mi punto de vista. Mientras que el primer día, los chicos están muy excitados por volver a encontrarse con los compañeros y ver qué profesores les ha “tocado”, los que ya pertenecen al centro, claro. Los alumnos nuevos están mucho más nerviosos y expectantes por los cambios que se les avecinan. Eso sí, el último día de clase es igual para todos: con muchas ganas de acabar, prisas, planes, cierta incertidumbre  respecto a las notas...

            Parece que fue ayer, incluso ahora mismo, cuando me preparaba para ser profesora, corría el año 2016, mucho ha llovido desde entonces y muchas cosas han cambiado también. Recuerdo que vivíamos momentos difíciles para la Educación porque, entre las sucesivas reformas educativas que no hacían más que poner trabas al normal desarrollo de nuestra actividad, y el desprestigio de la profesión docente, se podría decir que estábamos en el punto de mira, puesto que se consideraba a los docentes como los grandes responsables de los elevados índices de fracaso escolar.

            Una gran noticia que todos celebramos fue cuando los políticos se comprometieron a trabajar en la elaboración  de una Ley Educativa que recogía tanto las necesidades como las carencias reales. Esta reforma se llevó a cabo con el asesoramiento de los docentes que están en contacto directo con la realidad que se vive en las aulas y, por tanto, la voz más autorizada. Además, adquirieron el compromiso de mantener esta Ley, independientemente del partido gobernante, ya que es la única manera de comprobar los resultados de la misma, a largo plazo.  Se reforzó la comunicación y colaboración entre los docentes, se invirtió mucho en la formación docente, especialmente en el campo de la innovación y las tecnologías. De esta manera se dio continuidad y proyección a unos planes educativos que hoy, en pleno 2030 estamos recogiendo los frutos y, por cierto, es una magnífica cosecha.

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