Habida cuenta de los tiempos que corren y los resultados que se obtienen con ella, es evidente que la clase tradicional, aquella en la que el profesor transmite sus conocimientos a los alumnos para después evaluarlos, tiene los días contados. O bien los educadores introducen elementos que hagan que ese tipo de enseñanza evolucione o bien es cuestión de que la clase tradicional desaparezca.
Una alternativa a la clase tradicional la podemos encontrar en la clase invertida o Flipped classroom, término acuñado por los profesores Jonathan Bergman y Aaron Sans, los cuales idearon un nuevo enfoque para sus clases. Utilizando grabaciones realizadas por los propios profesores (en vídeo o en podcast) o remitiéndolos a páginas web en los que se desarrollara el contenido de la asignatura, los alumnos podían acceder al material fuera del horario de clase. De esta forma el trabajo en el aula se limitaría a compartir la información que habían extraído del material y a realizar proyectos por medio de los cuales poner en práctica aquello que habrían aprendido, resolviendo las dudas que quedaran.
Teniendo en cuenta las infinitas posibilidades que nos abre internet y los diferentes programas, aplicaciones, páginas, recursos TIC... que podemos encontrar en la red, aplicar este enfoque nos permite una amplia gama de posibilidades para hacer que los alumnos aprendan de forma prácticamente autónoma, acercándose de forma activa a unos conocimientos que se pueden consolidar en clase gracias a la práctica y a la ayuda del profesor.
Evidentemente, esto no es algo que se pueda realizar de la noche a la mañana, pero bien aplicado, este enfoque puede hacer que la implicación del alumno en la asignatura se incremente, permitiendo que el profesor reserve el tiempo de clase para desarrollar los contenidos de forma práctica, manteniendo un tratamiento individualizado a los alumnos y permitiendo que la asimilación de los conocimientos se produzca al ritmo que cada alumno necesite según sus capacidades.
El método magistral, pasivo, quedaría de esta forma desterrado de las clases, permitiendo que sean los alumnos los que piensen, discutan, respondan o planteen sus dudas con respecto a lo que ellos han trabajado previamente. El trabajo posterior y la ayuda del profesor harán el resto.
No se puede decir que este cambio metodológico se pueda aplicar en todos los casos, ya que dependerá mucho de los recursos del instituto y de sus alumnos. Sin embargo, está comprobado que facilitando esos medios la clase invertida obtiene mejores resultados que la llamada clase tradicional.
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